miércoles, 27 de abril de 2016

La Real Orden de Caballeros del Puig bendice la Cruz de la Misericordia como recuerdo del año jubilar convocado por el Papa


Turís va a ser partícipe el próximo domingo 1 de mayo de la bendición de la Cruz de la Misericordia erigida por la Real Orden de Caballeros de Santa María del Puig en una parcela de la localidad vecina de Alborache. Concretamente en la partida Los Fustales.
El acto será presidido por Monseñor Don Vicente Fontestad, Vicario General de Valencia, y tendrá lugar a las 11:00h al pie de la misma Cruz, con asistencia de autoridades religiosas y municipales de ambas poblaciones. Seguidamente, a las 12:00 horas se celebrará la Eucaristía en la Iglesia de la Natividad de Nuestra Señora de Turís.
Miguel Jover, Gran Canciller de la Real Orden, explica cómo surgió la iniciativa: “Uno de nuestros hermanos, propietario de la parcela donde se ha construido la Cruz, nos comentó en su día que tenía en mente este proyecto. Cuando nos lo comentó, la orden lo hizo suyo y nos pusimos manos a la obra”.
“La gigantesca mole de hormigón representa una oración de piedra que se alza en el centro geográfico del Reino de Valencia como testimonio y afirmación de Nuestro Señor Jesucristo en el Año Jubilar de la Misericordia convocado por el Papa Francisco, que en Valencia coincide gratamente con el Año Jubilar del Santo Cáliz”, añade el Canciller de la Orden.
El monumento está situado a unos doscientos metros de la carretera que une Alborache y Turís, a medio camino entre ambas poblaciones, en lo alto de una colina desde la que ambas se divisan junto a  Macastre, Yátova y Buñol. Es una cruz blanca, estilizada (12 metros de altura, 5 m de envergadura y 0.5 m de sección), de imagen muy espiritual, que arranca del centro de un altar (2.5 x 1.5 x 1 m) y con ambas caras foto-luminiscentes. 
Pero más allá de todas estas medidas y de que constituyan una bella y sencilla manifestación física de la fe cristiana, Miguel Jover destaca que “lo más importante de esta cruz es su esencia, su significado, y cuanto de espiritualidad lleva dentro de sí, elevada a Dios con amor y agradecimiento por su compasión con nosotros”.
“No se trata de un monumento para ser curioseado, ni visitado, ni hasta tal vez profanado”, comenta el Gran Canciller de la Real Orden del Puig. “Se trata de que Él, nuestro capitán y hermano mayor, tenga patente testimonio grupal de quienes le afirman, y sirva además para que, en lontananza, alguna que otra persona de buena voluntad recapacite y reconozca que gracias a esa cruz, a quien murió en ella, todos hemos obtenido su misericordia”.

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